jueves, 3 de mayo de 2007

Un millar de radicales convocados por SMS vuelven a sembrar la violencia en Madrid


Los incidentes del pasado día 1 en el entorno de la plaza del Dos de Mayo, en el centro de Madrid, se reprodujeron la madrugada de ayer con una virulencia aún mayor. Más de un millar de jóvenes, descontrolados, bebidos y muchos de ellos pertenecientes a grupos ultras protagonizaron una nueva batalla campal contra decenas de agentes de Policía. Los gravísimos altercados se saldaron con 46 personas atendidas por el Samur y ocho detenciones. La jornada anterior acabó con 22 heridos y 10 arrestos.
La noche comenzó fría. Climáticamente. Porque nada de gélida era la actitud de la cada vez mayor muchedumbre juvenil que se iba congregando en torno a las calles de San Andrés y de la Palma, a un puñado de metros de la plaza del Dos de Mayo, en el barrio de Malasaña. Los jóvenes iban tomando las aceras y las calzadas, convocados muchos de ellos entre sí a través de mensajes cortos de móvil («SMS»), según la Concejalía de Seguridad. El alcalde lo corroboró. En cada una de las entradas a la plaza, grupos de agentes de la Policía Municipal se apostaban para controlar la entrada de personas: vigilaban que no metieran botellas de alcohol e inspeccionaban bolsos y mochilas.
Son las once de la noche y la zona se va nutriendo, primero poco a poco, luego de manera más notable, en los aledaños de Dos de Mayo. La muchedumbre es mayor, y resuenan los comentarios sobre las «hazañas» cometidas por muchos de ellos la noche anterior. Mientras, los porros y litros y más litros de alcohol van cabalgando por el cuerpo de estos jóvenes, casi todos mayores de edad.
Sonaron, literalmente, tambores de guerra. Y, como la noche anterior, a las 2.30, comenzaron los altercados. Lo que empezó con insultos a la Policía Municipal derivó pronto en botellas que volaban sobre las cabezas de los agentes. Los funcionarios tuvieron que aguantar 20 minutos de lanzamiento de objetos peligrosos. Hasta que, a las 2.50, comienzan a llover ladrillos, papeleras y contenedores. Es entonces cuando arranca la orgía de violencia en Malasaña. La mayor parte de los alborotadores corren delante de la Policía, por San Andrés y Palma, hacia arriba. La cosa pinta cada vez peor. No tardan en aparecer los «antidisturbios». En ese momento, la plaza del Dos de Mayo fue desalojada y cerrada a cal y canto. La marabunta se acababa de trasladar a Palma y San Andrés, pero también a Divino Pastor, San Vicente Ferrer, Velarde, Espíritu Santo... Las carreras no cesan.
Pelotas y botes de humo
Son esos momentos los de más angustia: los jóvenes destrozan la valla de una obra de Palma, con lo que queda el enorme foso de unos cimientos -hasta entonces, utilizado como urinario- completamente libre. La caseta de obra también es arrancada de cuajo y tirada al suelo. Destrozan el espejo retrovisor de un coche, arden dos vehículos, lanzan ladrillos, queman contenedores y dos motos son tiradas al suelo. Ahí se quedan. Levantan un cajón de escombros y lo colocan en medio de la calle.
Mientras todo esto ocurre, una marea humana se concentra, carrera arriba, carrera abajo, por Fuencarral, justo a la altura del Tribunal de Cuentas. Las luces de algunas de las calles que unen Malasaña con esta zona fueron apagadas por la Policía para desorientar a los vándalos.
Botellas van, botellas vienen, cuando empieza el lanzamiento de botes de humo y pelotas de goma en plena calle de Fuencarral. Los numerosos viandantes que pasaban por allí no dan crédito a lo que están viendo.
Muchos jóvenes, palo en mano, lucen anagramas antisistema, anarquistas, antifascistas, y se ven cada vez más «red skin». En total, el servicio madrileño de emergencias, el Samur, tiene que atender a 46 personas, indicó Emergencias Madrid, de los que 12 son policías -repartidos a partes iguales entre nacionales y municipales-. Uno de ellos es trasladado grave a la Clínica de la Concepción, con rotura de cúbito y radio. El resto son jóvenes alborotadores. Quince personas acaban en el hospital por puntos de sutura.
La marabunta ruge ahora hacia la plaza de Barceló, donde los municipales se emplean a fondo. Y continúan las carreras, ahora por todo Mejía Lequerica, hacia Bilbao. En la plaza de San Ildefonso, unos encapuchados han prendido una fogata junto a un par de coches. Su propietario observa, impotente, cómo las llamas van alcanzando su vehículo. Los jóvenes lanzan más maderas y objetos para avivar las llamas, mientras que otros destrozan una cabina de teléfono. Llega la calma pasadas las cuatro.

ABC.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que fijarse bien, que en la noticia nos dice lo siguiente:

Muchos jóvenes, palo en mano, lucen anagramas antisistema, anarquistas, antifascistas, y se ven cada vez más «red skin».

Siempre son los mismos. Guarros antisistemas, okupas piojosos que no tienen otra cosa que hacer que tocar los cojones. Mas mano dura con esta gentuza.