martes, 14 de agosto de 2007

Cada día se denuncian en el metro de Madrid 54 hurtos y un robo con violencia


La delincuencia ha crecido un 12% en el último año en el metro de Madrid. Cada día se denuncia una media de 54 robos y un robo con intimidación (atraco). Estas cifras, que a primera vista pueden parecer altas, se mantienen más o menos invariables en los últimos años, ya que ha crecido el número de viajeros que utilizan este transporte. Los responsables de la Jefatura Superior de Policía de Madrid admiten que en la red es imposible controlar todos los espacios, a lo que se une que los detenidos son puestos en libertad de inmediato, ya que los delitos o las faltas que cometen tienen penas y multas reducidas. Pese a ello, añaden, las cifras de delincuencia son aceptables y prácticamente imposibles de reducir por el gran número de usuarios.La delincuencia ha crecido un 12% en el último año en el metro de Madrid. Cada día se denuncia una media de 54 robos y un robo con intimidación (atraco). Estas cifras, que a primera vista pueden parecer altas, se mantienen más o menos invariables en los últimos años, ya que ha crecido el número de viajeros que utilizan este transporte. Los responsables de la Jefatura Superior de Policía de Madrid admiten que en la red es imposible controlar todos los espacios, a lo que se une que los detenidos son puestos en libertad de inmediato, ya que los delitos o las faltas que cometen tienen penas y multas reducidas. Pese a ello, añaden, las cifras de delincuencia son aceptables y prácticamente imposibles de reducir por el gran número de usuarios.

La inseguridad en el metro de Madrid resulta muy baja para los responsables policiales de Madrid. Cada día se hacen en este medio de transporte una media de tres millones de viajes, por lo que el número de denuncias no es preocupante, al menos de momento. "Hay que tener en cuenta que se producen muchos viajes y que la policía no puede actuar en toda la red. Es imposible meter un agente en cada vagón. De poco serviría cuando hay momentos en los que no cabe un alfiler en los trenes", explica un mando policial. Además, el número de viajeros se está incrementando día a día con la apertura al público de las nuevas ampliaciones.

La zona centro, en sentido muy amplio, sigue siendo el lugar favorito para los amantes de lo ajeno. Los carteristas y los descuideros (robar los objetos de valor al descuido) son los que más trabajan en la red de metro. Los tramos entre Goya y Ópera, en la línea 2, Pacífico y Bilbao, en la 1, y el triángulo formado entre Sol, Callao y Gran Vía son los preferidos por estos ladrones. Según comenta un responsable policial, siempre utilizan la franja de mayor concentración horaria. "Las grandes aglomeraciones de primera hora de la mañana no son buenas para trabajar. Prefieren que haya más espacio para poder moverse y estar más cómodos", relata este mando.

La forma de actuar es siempre la misma. Dos o tres personas rodean a su víctima. Un bolso bien visible, un hombre con la americana abierta o una mochila no bien vigilada son los objetivos preferidos por estos cacos. Mientras uno vigila a la víctima, el otro le introduce la mano en el bolsillo sin que se percate. Suelen utilizar una especie de muleta, como un periódico o una gabardina doblada.

"Antes, todos los carteristas eran españoles, pero poco a poco han ido dando paso a otras nacionalidades, como los procedentes de países del Este y a suramericanos, además de inmigrantes procedentes del norte de África. Creemos que actúan unos 100 o 150 en la red. También es cierto que van cambiando y unas veces están en Madrid y luego se marchan a Barcelona", destaca el responsable.

Sus víctimas preferidas son los turistas. Además de que suelen llevar más dinero en efectivo, están siempre pendientes de que no se les pase la parada. De ahí que siempre vayan mirando un plano o leeyendo los carteles anunciadores. A eso se une que van con muchos aparatos tecnológicos, como cámaras. El idioma, que desconocen por lo habitual, también es otra desventaja para estos visitantes.

Uno de los problemas a los que se enfrenta la policía es que los carteristas y los descuideros cometen, por lo general, una falta de hurto cuando el valor de lo sustraído no supera los 360 euros. Eso hace que no tengan que pasar ni a disposición judicial. Después de tramitar las diligencias policiales en comisaría, se pueden marchar de nuevo al metro para seguir su actividad ilícita. "Tratamos de alargar el trámite de los detenidos, porque de ese modo les tenemos fuera de la circulación dos o tres horas. No son gente violenta y, cuando saben que les hemos pillado, no oponen ningún tipo de resistencia", añade otra fuente policial.

Lo que tiene una incidencia aún más baja son los atracos (robos con violencia e intimidación). En 2006 fueron denunciados 460 casos, lo que arroja una media algo superior a uno al día. Los momentos en los que se producen son dos: a últimas horas del servicio o en las primeras de los fines de semana. Como hay menos gente en los pasillos, también baja la vigilancia y los atracadores actúan con mayor impunidad. Además, la espera en los andenes oscila entre 10 y 15 minutos por término medio.

"A primera hora de los fines de semana, las víctimas suelen ser personas que vuelven de estar toda la noche de marcha y que suelen ir con un alto grado alcohólico, por lo que son más vulnerables. Algunas veces utilizan mucha violencia para asaltarles", añade un mando policial.

El número de delitos se concentra de miércoles a sábados. Los lunes, los martes y los domingos suelen bajar. También hay algunos meses en los que repunta, según los responsables policiales.

Un problema con el que se encuentra la policía es que la red ha crecido mucho. Los agentes tienen que vigilar 252 estaciones, y cerca de 400 vestíbulos. A eso se une un material móvil de 1.872 trenes, de los que llegan a circular 295 a la vez en hora punta. "Son muchas puertas, muchas escaleras mecánicas y muchos vagones en los que se mueven unos 68 millones de viajeros al mes. Es un trabajo muy arduo y que requeriría mucho personal", concluyen los responsables policiales.

La recomendación de la policía es que se vigilen las pertenencias, sobre todo en los tumultos, y que se desconfíe cuando el viajero es rodeado por tres o cuatro personas. Las grandes concentraciones de personas también hacen que el número de delitos aumente. Destacan los partidos de fútbol, las corridas de toros y los conciertos multitudinarios, a los que se puede acceder a través del suburbano.

La vigilancia privada en el metro la forman más de 1.000 agentes de compañías de seguridad. Desde hace dos años cuentan con perros que patrullan los andenes y los lugares conflictivos como medida disuasoria de los carteristas y de los descuideros.La inseguridad en el metro de Madrid resulta muy baja para los responsables policiales de Madrid. Cada día se hacen en este medio de transporte una media de tres millones de viajes, por lo que el número de denuncias no es preocupante, al menos de momento. "Hay que tener en cuenta que se producen muchos viajes y que la policía no puede actuar en toda la red. Es imposible meter un agente en cada vagón. De poco serviría cuando hay momentos en los que no cabe un alfiler en los trenes", explica un mando policial. Además, el número de viajeros se está incrementando día a día con la apertura al público de las nuevas ampliaciones.

La zona centro, en sentido muy amplio, sigue siendo el lugar favorito para los amantes de lo ajeno. Los carteristas y los descuideros (robar los objetos de valor al descuido) son los que más trabajan en la red de metro. Los tramos entre Goya y Ópera, en la línea 2, Pacífico y Bilbao, en la 1, y el triángulo formado entre Sol, Callao y Gran Vía son los preferidos por estos ladrones. Según comenta un responsable policial, siempre utilizan la franja de mayor concentración horaria. "Las grandes aglomeraciones de primera hora de la mañana no son buenas para trabajar. Prefieren que haya más espacio para poder moverse y estar más cómodos", relata este mando.

La forma de actuar es siempre la misma. Dos o tres personas rodean a su víctima. Un bolso bien visible, un hombre con la americana abierta o una mochila no bien vigilada son los objetivos preferidos por estos cacos. Mientras uno vigila a la víctima, el otro le introduce la mano en el bolsillo sin que se percate. Suelen utilizar una especie de muleta, como un periódico o una gabardina doblada.

"Antes, todos los carteristas eran españoles, pero poco a poco han ido dando paso a otras nacionalidades, como los procedentes de países del Este y a suramericanos, además de inmigrantes procedentes del norte de África. Creemos que actúan unos 100 o 150 en la red. También es cierto que van cambiando y unas veces están en Madrid y luego se marchan a Barcelona", destaca el responsable.

Sus víctimas preferidas son los turistas. Además de que suelen llevar más dinero en efectivo, están siempre pendientes de que no se les pase la parada. De ahí que siempre vayan mirando un plano o leeyendo los carteles anunciadores. A eso se une que van con muchos aparatos tecnológicos, como cámaras. El idioma, que desconocen por lo habitual, también es otra desventaja para estos visitantes.

Uno de los problemas a los que se enfrenta la policía es que los carteristas y los descuideros cometen, por lo general, una falta de hurto cuando el valor de lo sustraído no supera los 360 euros. Eso hace que no tengan que pasar ni a disposición judicial. Después de tramitar las diligencias policiales en comisaría, se pueden marchar de nuevo al metro para seguir su actividad ilícita. "Tratamos de alargar el trámite de los detenidos, porque de ese modo les tenemos fuera de la circulación dos o tres horas. No son gente violenta y, cuando saben que les hemos pillado, no oponen ningún tipo de resistencia", añade otra fuente policial.

Lo que tiene una incidencia aún más baja son los atracos (robos con violencia e intimidación). En 2006 fueron denunciados 460 casos, lo que arroja una media algo superior a uno al día. Los momentos en los que se producen son dos: a últimas horas del servicio o en las primeras de los fines de semana. Como hay menos gente en los pasillos, también baja la vigilancia y los atracadores actúan con mayor impunidad. Además, la espera en los andenes oscila entre 10 y 15 minutos por término medio.

"A primera hora de los fines de semana, las víctimas suelen ser personas que vuelven de estar toda la noche de marcha y que suelen ir con un alto grado alcohólico, por lo que son más vulnerables. Algunas veces utilizan mucha violencia para asaltarles", añade un mando policial.

El número de delitos se concentra de miércoles a sábados. Los lunes, los martes y los domingos suelen bajar. También hay algunos meses en los que repunta, según los responsables policiales.

Un problema con el que se encuentra la policía es que la red ha crecido mucho. Los agentes tienen que vigilar 252 estaciones, y cerca de 400 vestíbulos. A eso se une un material móvil de 1.872 trenes, de los que llegan a circular 295 a la vez en hora punta. "Son muchas puertas, muchas escaleras mecánicas y muchos vagones en los que se mueven unos 68 millones de viajeros al mes. Es un trabajo muy arduo y que requeriría mucho personal", concluyen los responsables policiales.

La recomendación de la policía es que se vigilen las pertenencias, sobre todo en los tumultos, y que se desconfíe cuando el viajero es rodeado por tres o cuatro personas. Las grandes concentraciones de personas también hacen que el número de delitos aumente. Destacan los partidos de fútbol, las corridas de toros y los conciertos multitudinarios, a los que se puede acceder a través del suburbano.

La vigilancia privada en el metro la forman más de 1.000 agentes de compañías de seguridad. Desde hace dos años cuentan con perros que patrullan los andenes y los lugares conflictivos como medida disuasoria de los carteristas y de los descuideros.

EL PAIS.

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