lunes, 25 de junio de 2007

Los empresarios gallegos en Venezuela refuerzan su seguridad y sospesan retornar


Los recientes secuestros de tres empresarios gallegos, uno de ellos el del ourensano Alberto Cid Souto, en Venezuela, provocaron que sus compatriotas asentados en el país contraten planes de seguridad y escoltas. El temor a ser raptados los mantiene en alerta y la mayoría está sopesando la idea de regresar a la tierra.

El retorno a Galicia de emigrantes de Venezuela descendió considerablemente en los dos último años, pasado de los 1.996 registrados en el 2003 a los 726 del año pasado. En los últimos siete años abandonaron el país suramericano 8.578 gallegos, entre ellos 2.750 ourensanos, pero estas cifras se podrían incrementar sustancialmente a partir de este verano, ’porque hay muchas personas, sobre todo empresarios, que están pensando en retornar’, afirmaron en la Embajada de España en Caracas. Los secuestros y la delincuencia que a diario se viven en el país están haciendo mella en la población. ’Hay mucha inseguridad y lo peor es que la situación empeora’, lamentaba Julio Fernández, miembro de la Hermandad Gallega.

Los recientes raptos de tres empresarios gallegos, entre ellos el ourensano Alberto Cid Souto, generó alarma entre el colectivo de inmigrantes en Venezuela, sobre todo en los sectores empresariales agro-ganadero y construcción. Temen ser los próximos en el punto de mira de los secuestradores y para evitar la situación, ’unos contratan planes de seguridad y otros van constantemente con guardaespaldas’, apuntó José Fernández, natural de la comarca de Celanova, aunque residente en Venezuela desde hace más de 40 años. Este emigrante se dedica al cultivo y comercialización de plátanos. ’La inseguridad que hay en el país me cambió totalmente la vida, tanto la mía como la del resto de la familia. Andamos con mucho cuidado. Al ir por la calle, si percibes que alguien te sigue, tienes que cambiar el rumbo y avisar a un familiar. No suelo andar solo por la vía pública o a la hora de conducir’, lamentaba, añadiendo que esta barajando la posibilidad de contratar un guardaespaldas. ’En Venezuela, debe de ser muy pocos los empresarios españoles que no tienen vigilantes para proteger sus propiedades’, recordó.

La mayoría ya sopesaron la idea de hacer las maletas y regresar a la tierra que los vió nacer, ’pero no es fácil. Trabajamos para este país, nuestra vida está aquí y es duro abandonarla’, explicó otro empresario, José Cachaldora, oriundo de Pereiro de Aguiar. A este emigrante le asesinaron un hijo hace un par de meses. ’Las autoridades españolas tienen que ayudarnos a defender nuestros derechos ante al Gobierno venezolano, porque hay que entender que emigramos porque no teníamos nada en Galicia, para buscar una mejor vida. Ahora, si abandonamos todo lo que tenemos en el país, estamos en la misma situación, no tenemos nada’, lamentó. En la actualidad, la colonia de ourensanos la integran 10.054 ourensanos, que, además de contratar vigilantes jurados para evitar ser raptados y defender su integridad y propiedades, también instalaron sistemas de seguridad en sus domicilios, coches y trabajo.

Cerraduras con códigos y verjas altas

Los mecanismos de seguridad que están contratando los empresarios gallegos en Venezuela, además de los vigilantes jurados, van desde videoporteros y cámaras, verjas altas, alarmas y puertas con cerraduras codificadas. ’Los secuestradores pasan meses vigilando antes de llevarse a sus víctimas. Suelen actuar armados y cuando el que va ser su rehén está en una finca o en su domicilio. Lo único que pretendemos es reforzar la seguridad en esos lugares’, apuntó José Fernández, recordando que las condiciones climatológicas del país provocan que, hasta el momento, los sistemas de seguridad fueran mínimos. ’Hace mucho calor y los inmuebles suelen tener muchas ventanas y estar muy poco protegidos’, explicaron en la Hermandad Gallega en Caracas.

Gente muy armada

Los empresarios que ya fueron víctimas de un secuestro, caso del ourensano Cid Souto o el pontevedrés Francisco Muradás, no bajan la guardia y extreman precauciones ante el temor de ser raptados de nuevo. ’Son gente muy preparada y armada hasta los dientes que pueden tomar represalias’, explicó el empresario ourensano, que suele acudir siempre acompañado a su puesto de trabajo o a la hora de salir a la calle.

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